lunes, 6 de octubre de 2014

Manetón, el creador de las dinastías egipcias

Buenas tardes, egiptomaníacos.
Como ya os conté, hoy he empezado un curso online de Egiptología (coursera, 2014). Y aunque solo es el primer día ya puedo decir que estoy disfrutando y aprendiendo muchísimo. Entre otras cosas hoy he estudiado los orígenes de Egipto, su geografía y cronología. Esta última me ha inspirado para escribir la entrada de hoy:

Manetón, padre de la historiografía egipcia
Este sacerdote egipcio nació en la ciudad de Sebenitos, en la zona del delta, a finales del siglo IV a.C. Su nombre egipcio era Meryen-Necheraa, amado del gran dios, y haciendo honor al fervor religioso que denotaba su nombre se hizo sacerdote de Ra en Heliópolis. 
Su carrera transcurrió durante los reinados de Ptolomeo I y II, faraones de origen griego, a los que pudo ayudar a fundar el culto al dios grecoegipcio Serapis, al cual Ptolomeo I declaró patrón de Alejandría y dios oficial de Egipto y Grecia, con la intención de vincular culturalmente a ambas naciones. Hay que recordar que este nuevo faraón había conseguido serlo tras la muerte de Alejandro Magno y el posterior reparto de su imperio entre sus generales, correspondiéndole a Ptolomeo Egipto.
Serapis. Fuente: wikipedia.
Pero Manetón es conocido principalmente por ser la persona que dividió la historia del antiguo Egipto en dinastías. Estas dinastías, treintaiuna según el sacerdote, hacían referencia al reinado de los faraones, desde el primero de todos, Narmer, hasta Nectánebo II (en egipcio, Najthorheb), el último faraón de origen egipcio. 
Fue Ptolomeo II quien le encargó a Manetón la misión de crear
Busto de Ptolomeo II. Fuente: livius.org
esta monumental historia de Egipto en tres volúmenes, quizás para incluirla en la recién construida biblioteca de Alejandría: la aegyptiaca. Además de las dinastías, Manetón añadió su duración, los principales hechos acaecidos en cada reinado, a modo de anales, y observaciones acerca del carácter de cada rey, incluyendo para ello anécdotas de la tradición popular y de la obra de Heródoto, no siempre fiables. No obstante,
el sistema de dinastías ideado por este sacerdote egipcio, con leves modificaciones, se sigue usando en la actualidad.
Pero, paradójicamente, su obra histórica no nos ha llegado directamente, sino a través de fragmentos citados en los escritos de otros historiadores posteriores.
Para crear su obra, Manetón se basó en los documentos de los archivos y bibliotecas de los templos, auténticos centros de erudición, y en las listas de reyes como la que se encuentra en el templo de Seti I en Abidos. 
Seti I y el príncipe Ramsés ante la lista real de Abidos. Fuente:Taringa.net
La finalidad de escribir acerca de la religión, el culto, la medicina o la historia del país del Nilo era informar sobre las costumbres y cultura de los egipcios a los nuevos dueños del país, los griegos; especialmente la nueva clase dirigente macedonia, cuya última representante sería la famosa Cleopatra.

Bibliografía: 
WILKINSON, Toby. (2007): Vidas de los antiguos egipcios. Ed. Blume. España, Barcelona. 

Curso online de egiptología

Buenos días, lectores.
Hoy estoy especialmente contenta porque voy a comenzar un curso online de egiptología con dos prestigiosos egiptólogos de la Universidad Autónoma de Barcelona: José Lull y Josep Cervelló.
Siempre me ha entusiasmado aprender cosas nuevas y estoy segura de que en este curso voy a aprender muchísimo.
Os animo a los que este año no podaís hacerlo a apuntaros en años venideros.
Esta es la página web: Coursera (egiptología)
¡Me voy a estudiar!...
...En buena compañía: Tut, Meritamón, Sejmet y demás.

domingo, 5 de octubre de 2014

Titulatura real: los cinco nombres del faraón

Desde el Reino Medio (2055-1650 a.C.) hasta la época romana (30 a.C.), los reyes de Egipto tuvieron una titulatura compuesta por cinco títulos fijos -iguales para todos los faraones-, seguidos por cinco epítetos propios de cada rey y elegidos por él mismo. Son los siguientes: 

Horus

Es el título más antiguo de los cinco, ya que su existencia es anterior a la misma unificación de Egipto. En un principio el nombre de Horus apareció dentro de un serej, un rectángulo que representaba  la fachada de palacio con sus entrantes y salientes, sobre el cual se posaba el dios Horus.

Serej del rey Dyet (serpiente)

Por ejemplo, el nombre de Horus de Hatshepsut era Horus Useret kau  (Horus "De kas poderosos").

Nebty

Significa "Las dos señoras", en referencia a las diosas predinásticas Nejbet y Uadyet. La primera es la diosa buitre, diosa tutelar del Alto Egipto, y la segunda es la diosa cobra, del Bajo Egipto. Este título hizo su aparición durante la I dinastía. Con él se simboliza el control que tenía el rey sobre todo el país.

Por ejemplo, Nebty Uadyet renput ("Las Dos Señoras" "de años prósperos").

Hor nub

Significa "Horus de oro". Con este título se equipara al dios Horus con el sol, haciendo referencia así a la naturaleza divina del rey. Aparece durante la IV dinastía, bajo el reinado de Esnofru (2613-2589 a.C.), convirtiéndose en el tercer título.

Por ejemplo, el nombre de Horus de oro de Hatshepsut era Hor Nub necheretjau ("Horus de oro", "Divina de apariencias").

Nesut-bity (praenomen)

Más antiguo que el anterior, pues aparece ya en época tinita (I y II dinastías). Significa literalmente "El que pertenece a la caña y a la abeja", siendo estos dos elementos los símbolos heráldicos del norte y del sur, respectivamente. Se traduce como "Rey del Alto y Bajo Egipto", expresando de nuevo el dominio del rey sobre ambas partes del país. A este título le sigue el llamado praenomen, dentro de un cartucho; es el nombre de coronación elegido por el rey.

Por ejemplo, Nesut-bity Maatkara ("Rey del Alto y Bajo Egipto" "Justo es el ka de Ra").

Sa Ra (nomen)

Significa "Hijo de Ra".  Apareció en tiempos de Kefrén (2558-2532 a.C.), en la IV dinastía, cuando se produjo una creciente influencia del culto a Ra de Heliópolis. Va seguido del nomen, es decir, el nombre de nacimiento del rey, que, al igual que el praenomen, se inscribe dentro de un cartucho. Con este título de Hijo de Ra se hace referencia a la relación entre el rey y el sol.

Por ejemplo: Sa Ra Jnumt-Amón Hatshepsut ("Hijo de Ra" "Unida a Amón, La más noble de las señoras").

praenomen (izq.) y nomen (derecha) de la faraón Hatshepsut. Egipto al descubierto.com

Bibliografía:

La titulación de los faraones. Egiptomanía. Barcelona: Planeta DeAgostini, 1997, vol. 4, pp. 821-823.


viernes, 3 de octubre de 2014

Reseña: La hija del Nilo.

Buenas tardes, egiptomaníacos. En esta entrada voy a comentaros una novela histórica.
Para los amantes del antiguo Egipto una manera estupenda de sentir que viajamos a esa época (a parte de viajar al propio Egipto, obviamente) es a través de la lectura de una buena novela ambientada en la tierra del Nilo. 
Con esta sección del blog mi intención es ayudaros y aconsejaros a la hora de comprar o leer libros de esta temática que, en mi opinión tras haberlos leído, merezcan la pena o no.
Voy a estrenar la sección de reseñas literarias con la novela "La hija del Nilo".
Evidentemente, a la hora de adquirir un libro/revista/documental/lo que sea sobre el antiguo Egipto siempre va a haber unos temas que se repitan más que otros, ya sea porque hay más información histórica, porque atrae más al público poco conocedor de Egipto, etc. Así, es lógico que al ir a comprar una novela histórica sobre Egipto os encontréis más libros sobre la reina Cleopatra que sobre la reina Merneit. Así que hasta que a algún historiador/egiptólogo/egiptomaníaco se le ocurra darnos a conocer de forma novelada a personajes más desconocidos de Kemet tendremos que conformarnos con Cleopatra, Nefertiti o Tutankhamón; mientras la novela esté bien escrita y documentada no vamos a quejarnos.
En este caso concreto la novela tiene como protagonista, precisamente, a la reina Cleopatra.
Sinopsis
En el año 48 a.C., una jovencísima Cleopatra, la última heredera de los faraones y de la sangre de Alejandro Magno, comparte el trono de Egipto con un hermano al que aborrece, Ptolomeo.
Muy lejos de allí, en Grecia, se decide el futuro de la república romana, encarnado en el enconado enfrentamiento de sus dos generales más carismáticos: Pompeyo y Julio César.

Opinión personal
El libro comienza con la joven de 15 años Cleopatra recluída junto a sus hermanos menores en el templo de Ptah en Menfis, junto a su abuela, de origen griego, pero que ha adoptado nombre y costumbres egipcias tras casarse con un sacerdote egipcio. El motivo de estar allí resguardados y al cuidado de su abuela es por que su padre, Ptolomeo Auletes, ha viajado a Roma para obtener la ayuda de los romanos con el fin de echar del trono a su hija mayor, de su primer matrimonio, Berenice, que le ha usurpado el trono. 
La novela va alternando, en tercera persona, el punto de vista de Cleopatra, en Egipto, con el de Julio Cesar, en guerra con Pompeyo. Poco a poco la jovencita Cleopatra va convirtiéndose en una mujer, y es entonces cuando la desposan con su hermano, un ser horrible, vicioso e incestuoso. Tendrá que hacer frente a peligros y traiciones por parte de aquellos que menos esperaría.
Finalmente, Cleopatra huirá de Egipto e iniciará una guerra civil contra el inepto de su hermano, Ptolomeo, por el trono de Egipto. En su camino conoce a Marco Antonio y, más tarde, a Julio César que, tras vencer a su rival político, se pondrá de parte de la joven reina en la guerra civil entre los hermanos.
Lo mejor: La novela nos presenta la novedad de que Cleopatra es descendiente de egipcios, por el matrimonio de su abuela con un sacerdote de Ptah. No había leído nada al respecto, ni en novelas ni en libros de historia de Egipto y me pareció interesante, aunque no le doy mucha credibilidad.  
El autor se ha documentado bien en historia egipcia, pues aparecen nombres egipcios, los nombres de las horas, el funcionamiento del templo, la mitología, etc. que es algo de agradecer en novelas ambientadas en épocas tan tardías de Egipto, donde predominaba ya más lo griego y romano. Además, la visión que nos da de Cleopatra está lejos de ser la típica (y única hasta hace unos años) de libidinosa y seductora; por el contrario, aparece como una joven inteligente, culta y sensata, lejos de los excesos de sus otros familiares ptolomeos.
Lo peor: Realmente no lo son, pues la historia siempre es fascinante. Pero si estás buscando una novela ambientada en el Egipto de Cleopatra (como daría a entender el título) resulta un poco frustrante lo mucho que se recrea el autor en las escenas de batallas entre César y Pompeyo.


En resumen es una novela bien escrita y bien documentada, pero el autor da demasiados detalles e importancia a las batallas. Lo mejor, sin duda, son las partes en que la reina cobra protagonismo, especialmente su estancia en el templo de Ptah de Menfis.



El juicio de Osiris

Buenas tardes, amigos lectores. En la entrada de hoy voy a hablaros de uno de los dioses más populares y conocidos del antiguo Egipto.

El juicio de Osiris
Después de que el espíritu del difunto atravesara la Duat (inframundo) en un complicado viaje lleno de peligros, según se narra en el Libro de los muertos, se llegaba a la prueba última y más importante: el juicio de Osiris. El veredicto debía ser favorable al difunto si quería ganarse el derecho a disfrutar de la vida eterna en los campos de Ialu, el paraíso egipcio.
Osiris. Papiro de Hunefer. British Museum
Presidiendo la Sala de las Dos Verdades estaba el dios de los muertos, sentado sobre un trono al igual que un faraón, con el cayado y el flagelo en sus manos. Le acompañaban un tribunal de 42 dioses y, tras su trono, sus hermanas Isis y Neftis.
Anubis, el dios momificador, era el encargado de guiar al difunto ante ellos. Entonces, el muerto debía recitar las llamadas "confesiones negativas", recogidas en el capítulo 125 del Libro de los Muertos. Esto no era otra cosa que una lista de pecados que el fallecido negaba haber cometido mientras habitó el mundo de los vivos.
"No he cometido daños contra las personas,
no he maltratado el ganado,
no he pecado en el templo o necrópolis,
no he sabido lo que no debía saber,
no he hecho daño a nadie,
no he exigido nada que no fuera mi derecho,
no he blasfemado contra ningún dios,
no he robado al pobre,
no he hecho lo que los dioses aborrecen,
no he difamado a un sirviente ante su superior,
no he causado dolor,
no he hecho llorar a nadie,
no he matado ni ordenado a nadie matar,
no he provocado sufrimiento,
no he dañado las ofrendas del templo,
no he robado pan a los dioses,
no he robado pan a los difuntos,
no he cometido adulterio ni me he deshonrado a mí mismo,
no he falsificado las medidas,
no he robado leche de la boca de ningún niño..."
Pero a Osiris no le bastaba con esto; incluso los muertos pueden mentir. Para verificar las palabras del espíritu del fallecido se procedía al pesado del corazón del mismo. En una balanza se colocaban, por un lado, el mencionado órgano vital. Por otro, la pluma de Maat, diosa de la verdad. 
No obstante, los egipcios, que eran muy precavidos, no se fiaban ni de su propio corazón en un momento tan crucial. De modo que entre los muchos amuletos con que solían enterrarse se incluía uno en forma de escarabajo, colocado encima del corazón, con la siguiente inscripción:
"¡Oh, corazón, que obtuve de mi madre, no te pongas en mi contra, no actúes como testigo en mi contra, no te opongas a mí en el tribunal!"
Escarabajo de la tumba de Tutankhamón
Los sabios ojos de Thot no perdían detalle de todo lo que ocurría en este proceso, para ir apuntándolo todo en su paleta de escriba, registrando el resultado. Mientras tanto, el fallecido esperaba su veredicto. Si había dicho la verdad, nada debía de temer, pues el equilibrio en la balanza entre su corazón y la pluma de Maat le declararían "Justo de voz". Pero si había mentido y su corazón pesaba más que la pluma de la diosa, entonces debía despedirse de sus aspiraciones a la inmortalidad, pues la temible Amit "la devoradora" se comería su corazón y el espíritu del difunto se perdería en la nada, la no-existencia, la muerte definitiva y el olvido eterno.
Ammit, un terrible monstruo con cabeza de cocodrilo y cuerpo de león e hipopótamo
El difunto que era considerado apto para entrar en el paraíso de Osiris era conducido por Horus ante el dios, dando comienzo a su vida eterna, libre de dolor, enfermedad o hambre.
El Paraíso para los egipcios era una réplica del propio Egipto. Fuente: tripadvisor.es

Bibliografía: 
- FLETCHER, Joann. (2004): Egipto, el libro de la vida y la muerte. Ed. Círculo de Lectores. España, Barcelona.

jueves, 2 de octubre de 2014

La reina Merneit

Buenas tardes, lectores. La entrada de hoy está dedicada a una reina...

Merneit, la primera mujer en el poder
En el antiguo Egipto la figura del rey estaba por encima del resto de la sociedad; además era considerado una divinidad, encarnación en la tierra del dios Horus. El faraón lo gobernaba todo y todos debían responder ante él. 
Pero cuando un rey moría y su sucesor era aún un niño se imponía como solución práctica la regencia para evitar problemas, de modo que el gobierno fuese llevado por un adulto. No obstante, los egipcios, precavidos, en lugar de dejar esta regencia en manos de otro hombre de la familia, que pudiese sentirse legitimado para reclamar el trono, optaron por dejar la regencia en manos de la madre del rey. Su condición de mujer le impediría aspirar legítimamente al trono de Horus, que siempre, según la mentalidad egipcia, debía estar regido por un faraón masculino, desposado con una Gran Esposa Real, o reina, que le diera un heredero. Así lo establecía Maat, diosa del Orden.
Estela de la reina Merneit. Fuente: Wikipedia
El primer caso de regencia en el antiguo Egipto lo encontramos ya en la I dinastía. A la muerte del rey Dyet le sucedió su hijo Den, un niño, cuya madre, Merneit, actuó como regente.
Merneit (o Meritneit) era hija, esposa y madre de reyes, siendo su padre muy probablemente el rey Dyer. Su nombre significa "Amada de Neit" una diosa del Bajo Egipto. Como regente de su hijo, Merneit se convirtió, en la práctica, en la primera mujer de la historia de Egipto en hacerse con las riendas del poder, aunque solo fuese desde la regencia y fuese el nombre de su hijo el que figurase en todos los documentos oficiales.
Para recompensar la lealtad y apoyo de su madre, el rey Den, ya de adulto, le otorgó el beneficio de tener un complejo funerario en el cementerio real de Abydos. Este tenía el mismo tamaño que los de otros reyes y dos estelas funerarias monumentales con su nombre inscrito en ellas para proclamar que dicho enterramiento le pertenecía. 
A su alrededor estaban las tumbas de los sirvientes, sacrificados para acompañar a la reina en la otra vida. Este sacrificio ritual sólo se dio en los primeros tiempos de la civilización egipcia, desapareciendo a finales de la I dinastía.
Reconstrucción de la mastaba de Merneit, con las dos estelas al frente y las tumbas de los sirvientes alrededor. Fuente:http://condor.depaul.edu/sbucking/290S05_302_over16.htm
Otra prueba de la importancia de esta mujer en vida del faraón Den la encontramos en el hecho de que sea la única mujer cuyo nombre aparece en la lista de sellos de la necrópolis de Abydos junto a los anteriores gobernantes, empezando por Narmer; se la menciona con el título de "Madre del rey". Esto no se repetiría con los sucesores de Den.
Fuente: www.geocities.ws
¿Hombre o mujer?
El egiptólogo Flinders Petrie, al descubrir la tumba de esta reina (Tumba Y, en la necrópolis de Umm el-Qaab, Abydos) la denominó Mery-Neit (es decir, el amado de Neit), pensando que debido a la importancia de dicho enterramiento no podía tratarse más que de un hombre. Sin embargo, hallazgos posteriores de fragmentos de vasijas y un pequeño vaso en la necrópolis de Saqqara confirmaron que se trataba de una mujer. 

¿Primera reina-faraón de Egipto?
En su obra "Las egipcias" el egiptólogo francés Christian Jacq (famoso por sus novelas), nos habla de un posible ascenso al trono de esta mujer. Para afirmarlo se basa en el hecho de que a Merneit se le atribuyen dos tumbas: La tumba Y en Abydos y la tumba 3 503 en Saqqara; pero solo un faraón podía tener este privilegio. En efecto, a los faraones de la I dinastía se les atribuían dos sepulturas, en los lugares ya mencionados de Abydos y Saqqara, en el norte y en el sur, simbolizando el dominio del rey sobre el Doble País, es decir, el Alto y el Bajo Egipto (obviamente, solo una tumba estaba destinada al reposo del cuerpo momificado del rey). 
De modo que esta mujer podría haber sido una de las pocas mujeres en coronarse faraón, la primera exactamente, pero no hay pruebas definitivas sobre esto.

Bibliografía: 
- WILKINSON, Toby. (2007): Vidas de los antiguos egipcios. Ed. Blume. España, Barcelona.
- JACQ, Christian. (2000): Las egipcias. Ed Planeta. España, Barcelona. 
 

miércoles, 1 de octubre de 2014

La fabricación de la cerveza.

Buenas tardes, egiptomaníacos. La entrada de hoy tratará sobre una popular bebida en la actualidad, y que fue básica para la alimentación de los antiguos egipcios.
Cerveza, en jeroglíficos.
La fabricación de la cerveza:
Esta bebida, cuya invención los egipcios atribuían a Osiris, estuvo muy difundida entre todos los miembros de la sociedad egipcia, siendo, junto con el pan, el alimento básico.
Si bien es poco probable que fuera el invento de un dios, sí que es cierto que se considera a los egipcios los creadores de esta bebida, a la que ellos llamaban de forma genérica henequet; también fue consumida en Mesopotamia.
Se elaboraba a partir de granos de cebada, mijo o de trigo candeal, o incluso con pan duro. Pero también se le añadían otros elementos como especias o dátiles, para darle distintos aromas y sabores y para favorecer su conservación.
El proceso de fabricación comenzaba poniendo los granos en remojo durante un día entero. En el Museo de El Cairo se conserva una tablilla que dice:
“Hay que dejar macerar  e inflar los granos de cebada durante un día en agua clara. Después, hay que humedecerlos con agua y escurrirlos en un recipiente o bandeja con agujeros en su base. Después se seca y se infla al sol”.
El siguiente paso consistía en moler el grano germinado y con esa harina fabricar panes (o bien utilizar directamente el pan duro), que se horneaban de una manera superficial, dejando el interior crudo. Después se dejaban enfriar para trocearlos e introducirlos en unas jarras llenas de agua y dátiles o miel (pues los egipcios no conocían la caña de azúcar). Finalmente se le añadía la levadura para producir la fermentación.
El producto resultante se guardaba en vasijas de barro selladas con arcilla cocida, que eran almacenadas en cuevas frescas. Pero...

¿Era la cerveza egipcia como la actual?
La respuesta es no. De hecho, en muchas ocasiones era tan espesa que más que beberse se “comía” en cuencos, de manera similar a como hoy nos comeríamos un puré. El producto final consistía en una masa pastosa y turbia con bastantes impurezas, que era necesario filtrar antes de beberla.
Las encargadas de fabricar la cerveza en cada casa solían ser las mujeres. De ello es prueba las numerosas estatuillas encontradas en tumbas que muestran a mujeres moliendo el grano o filtrando la masa resultante de trocear el pan y mezclaro con agua y azúcar.
Sin embargo, también existían cerveceros, como los que se encargaban de fabricar esta bebida para los constructores de las pirámides de Gizeh.
Su consumo era diario, especialmente entre los más humildes que no podían permitirse el vino, mucho más caro; aunque los nobles también la consumían.
Cervecero, el jeroglíficos.
Bibliografía y webgrafía:
- La fabricación de la cerveza. Egiptomanía. Barcelona: 1997, vol. 1, pp. 156-157.
- http://www.egiptomania.com/vidacotidiana/cerveza.htm. Consulta: 1 octubre 2014


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