jueves, 27 de noviembre de 2014

Exodus vs. Egiptología

Buenas tardes, lectores del templo de Seshat. Hace tiempo que no escribo porque estoy bastante liada con las últimas semanas del curso de egiptología que estoy haciendo, y que termino este mes de diciembre. Estoy aprendiendo un montón de cosas interesantísimas con los excelentes profesores y egiptólogos que imparten este curso gratuito, Josep Cervelló y José Lull. 
Ambos profesores nos ofrecen a los alumnos la posibilidad de plantearles preguntas, cuyas respuestas son subidas a youtube. A pesar de que se supone que debe preguntarse sobre los temas que se desarrollan en el curso, muchos alumnos lo hacen sobre temas bíblicos. 
Ya que el mes que viene tendremos la enésima versión del Éxodo bíblico en los cines, me gustaría hablaros brevemente de este tema, desde un punto de vista histórico y arqueológico.
Charlton Heston, más chulo que un ocho
El Éxodo bíblico ¿texto histórico o teológico?
En el siguiente vídeo, el egiptólogo y profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona, Josep Cervelló responde a varias preguntas relacionadas con la Biblia. La del Éxodo comienza en el minuto 1:22:10
Desde el punto de vista arqueológico, no hay ningún tipo de documentación sobre el Éxodo fuera de la Biblia, por lo que muy probablemente no sea un episodio histórico. Cuando los arqueólogos han intentado buscar el itinerario del pueblo israelita por el desierto del Sinaí, a pesar de que necesariamente tanta gente debería haber dejado algún rastro, no se ha encontrado absolutamente nada. Es prácticamente imposible que los israelitas, después de vagar cuarenta años por el desierto, no hayan dejado ningún vestigio, cuando para el Paleolítico a veces tenemos documentación de campamentos de cuatro personas, que han estado poco tiempo en un sitio y han dejado trocitos de sílex. Entonces, ¿cómo no va a haber documentación arqueológica de algo tan impresionante como es el Éxodo bíblico? Porque lo más probable es que tengamos que concluir que no pasó nunca. La Biblia no es un libro histórico, sino un texto sagrado.
Escena de la película "Los Diez mandamientos"
"Los hijos de Israel partieron de Ramsés hasta Sukkot, unos seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. Salió también con ellos una muchedumbre abigarrada y grandes rebaños de ovejas y vacas". Éxodo, cap. 12, versículo 37.
Es poco probable, como dice el profesor Cervelló, que semejante cantidad de personas y animales no dejaran ni huella de su paso.
Por otra parte, en La Biblia desenterrada el director del instituto de arqueología de Tel Aviv, Israel Finkelstein, y el profesor de interpretación histórica, Neil Asher Silberman, no dejan dudas al respecto: 
Es imposible que una migración de semejantes proporciones haya sido pasada por alto en los textos egipcios.
Según estos mismos autores, si la salida de los hebreos se hubiera producido en el reinado de Ramsés II, habría sido imposible que vagaran por el Sinaí. Su presencia necesariamente habría sido detectada por las guarniciones que los egipcios mantenían en la zona. Durante el reinado de este faraón todo el territorio de Oriente Próximo hasta el río Orontes, en Siria, era un protectorado egipcio dividido en estados vasallos, y la tierra de Canaán estuvo ocupada militarmente por sus fuerzas hasta el siglo XII a.C. Por tanto, la frontera entre Egipto y Canaán estaba rigurosamente controlada, de modo que de haber pasado por el área una muchedumbre, sin duda habría existido un informe.
Por otra parte, en relación con los llamados Caminos de Horus, situados al norte de la península del Sinaí, tenemos el papiro Anastasi V, que nos sirve de testimonio de la buena comunicación existente entre estas fortalezas, a través de la mención de unas cartas intercambiadas entre dichas fortalezas con motivo de la huída de dos esclavos:
El jefe de los arqueros de Tjeku, Kakemwer, al jefe de los arqueros Ani y al jefe de los arqueros Bakenptah (...): yo fui enviado desde palacio (...) al anochecer, persiguiendo dos esclavos (...). Cuando mi carta te llegue, escríbeme sobre todo lo que les haya pasado ¿Quién encontró sus huellas? ¿Qué guardia encontró sus huellas? ¿Quiénes están tras ellos? Escríbeme sobre todo lo que les haya pasado y cuánta gente has enviado tras ellos.
Es decir, si hay un informe sobre dos esclavos, ¿cómo no iba a haberlos sobre seiscientas mil personas, más sus animales, etc.? 
Estela de la victoria o, mal llamada, de Israel. Museo de El Cairo
La única mención egipcia al pueblo de Israel se encuentra en la Estela de la victoria, del reinado del sucesor de Ramsés II, Merenptah, pero sitúa a Israel en Canaán.
En cuanto a las hipótesis de que los llamados apiru o habiru en las cartas de Amarna (capital de Akhenatón y Nefertiti) podrían ser los hebreos, el profesor y egiptólogo José Lull nos aclara la realidad sobre este grupo en el minuto 41.30
No son un grupo étnico, sino social. Es decir, no son un pueblo asociado a un territorio concreto, sino una serie de campesinos huidos al no poder hacer frente al pago de impuestos, que se organizaron en bandas con otros personajes, y a través de razzias y saqueos ocasionaban una gran inestabilidad en la zona próximo oriental. Poco tenían que ver con hebreos esclavizados, y más con los bagaudas de finales del Imperio romano.

Errores históricos de Exodus (O cómo no gastarse un duro en un asesor histórico)
Edito: Si quieres leer la crítica de Exodus: dioses y reyes, pincha aquí.
En los trailers que han salido hasta ahora de la película Exodus, y en apenas tres minutos de duración, podemos ver varios errores; no me refiero solo a pequeños errores de vestuario, de armamento militar, que Abu Simbel no esté policromado o que el aspecto físico del actor no se corresponda con el del faraón (los estudios realizados a su momia demostraron que Ramsés II fue pelirrojo y blanco), sino a errores colosales propios de la historiografía del siglo XIX y no del siglo en el que estamos. Hoy día hay muchos profesionales que escriben libros muy buenos y bien documentados, que están al alcance de todos, señores de Hollywood incluídos. 
Dos en concreto son los errores históricos más atroces que he podido comprobar en los trailers: 

1. Que le den a los hipogeos, yo quiero una pirámide.
En varias secuencias se puede ver la construcción de varias pirámides que dejan a la de Keops a la altura del betún. Pero hay un pequeño problema: hacía siglos que no se construían pirámides como lugar de enterramiento de los faraones, y mucho menos de un tamaño tan descomunal. Para la época de Ramsés II -faraón que Hollywood se empeña en presentarnos como el tirano del Éxodo-, la forma de enterramiento de los faraones (y de todo el que pudiera costearse una tumba que no fuera un simple hoyo en la tierra) eran los hipogeos, es decir, las tumbas excavadas en la roca de la montaña. Un claro ejemplo conocido por todo el mundo es el Valle de los Reyes. Bueno, para todo el mundo menos para los señores de Hollywood.
De nuevo, acudimos al profesor Cervelló para explicarnos el por qué de ese cambio. Minuto 1:52:30
Con el andar del tiempo, las pirámides se abandonan (como lugar de enterramiento) (...). A partir del Reino Nuevo, las tumbas ya no son pirámides (...). Las tumbas se convierten en hipogeos (...). Las razones son de carácter simbólico. 
2. Tira del pedrusco, Josué, que me da igual que lleves tres días sin comer.
Supongo que, cinematográficamente, construir un hipogeo de estrechos pasillos no es tan impresionante como construir una pirámide en una gran explanada, ni se pueden lucir tanto las legiones de famélicos y mugrosos esclavos, ni se puede hacer restallar con tanto ímpetu los látigos de los capataces ¿nubios? (qué políticamente correcto; los señores de Hollywood debieron pensar "vamos a hacer que el que azota sea por una vez un hombre negro, en vez de ser el que recibe los latigazos"). 
"No me, no me... que te, que te"
Sin embargo, la realidad es que los constructores de las pirámides fueron egipcios libres. Hasta hace poco no era raro ver a Zahi Hawass contándonos su descubrimiento de las tumbas de los constructores de las pirámides en el National Geographic. Además, los constructores de las tumbas de los reyes, reinas y príncipes del Reino Nuevo también eran egipcios libres: los artesanos del poblado de Deir el-Medina, que nos han dejado auténticas maravillas, como las tumbas de la reina Nefertari o la de Seti I. 
Escena de la tumba de Nefertari, valle de las reinas.
Sobre la esclavitud en Egipto de nuevo nos habla este egiptólogo, en el Minuto 30:18.
Los esclavos son, fundamentalmente, prisioneros de guerra. Lo cual desmonta la versión bíblica de que los israelitas fueron hechos esclavos en el propio Egipto cuando su número aumentó tanto que el faraón los consideró peligrosos. 
Si no eran prisioneros de guerra, sino ciudadanos libres que se habían, supuestamente, asentado en Egipto en busca de una vida mejor, desde el punto de vista egipcio sería impensable hacerlos esclavos de repente. Sabemos esto, por ejemplo, por lo que pasó en el caso de los hyksos, pueblo de origen asiático que se asentó en Egipto en una época de inestabilidad interior. Con el tiempo consiguieron coronarse faraones y gobernar el norte de Egipto durante más de cien años, hasta que el faraón Ahmose los expulsó. Si los egipcios les hubieran esclavizado al empezar a verlos como una amenaza, eso no habría pasado. Y lo mismo pasó con los libios y los nubios, que fueron faraones de Egipto durante el Tercer Periodo Intermedio. 
Me parece que no se llevaba eso de matar niños extranjeros en Kemet (Egipto), por mucho que diga la Biblia...
Escena de El príncipe de Egipto
¿Ahogado en el Mar Rojo? (Ramsés, no te metas pa' lo "jondo")
Dado que se empeñan en ponernos a Ramsés II el Grande como el faraón del Éxodo, hay que decir que su momia se conserva hasta nuestros días. Pero, ¿cómo es posible, si murió ahogado en el Mar Rojo cuando las aguas se cerraron sobre el ejército del faraón? (tema aparte es que nos creamos que un señor abrió en dos el mar con un palo).
En el momento de su muerte, Ramsés II era un anciano de noventa años, que apenas podía moverse ni comer. Los estudios realizados a su momia en los años setenta, cuando fue restaurada en Francia, revelaron que tenía varias dolencias: padecía un absceso fistulizado en la región sub-mentoniana, purulento, que muy posiblemente le causó la muerte por septicemia. Además, tenía las vértebras de la columna vertebral completamente soldadas entre sí, lo cual le hubiera impedido caminar bien o girarse y agacharse con normalidad, por la rigidez. Vamos, menudas condiciones para ir a perseguir en carro a nadie...
Momia de Ramsés II. Museo de El Cairo. Fuente: Arquehistoria.com
En conclusión, los esclavos en Egipto procedían de las guerras; eran, por tanto, prisioneros de guerra, de modo que no es posible que los supuestos israelitas que se habían asentado en Egipto cuatrocientos años antes del Éxodo fueran hechos esclavos sin una guerra de por medio. Entonces, siendo hombres y mujeres libres, nadie podría haberles obligado a permanecer en tierra egipcia, en contra de su deseo.
Más bien al contrario, eran los mismos extranjeros (libios, asiáticos, etc.) quienes entraban en Egipto en épocas de carestía, por ser una tierra con fama de ser fértil y de tener acceso fácil al agua gracias al Nilo. 
De hecho, en Egipto varias dinastías de reyes extranjeros se hicieron con el poder, empezando por los asiáticos hyksos y terminando por los romanos. De ser ciertos los planteamientos del Éxodo, el faraón habría mandado masacrar a esos extranjeros en caso de ver que suponían un peligro para la estabilidad de Egipto y para la hegemonía del poder en manos de egipcios. Por el contrario, varios extranjeros se hicieron con altos puestos en el templo y en la administración, no solo ya como visires sino, como he dicho, como faraones.
La conclusión por tanto es, como dice el profesor de estudios bíblicos de la Universidad de Sheffield, en Reino Unido, Philip Davies, que los judíos no fueron de Egipto a la Tierra Prometida, sino que eran aborígenes de Canaán (como probaría la Estela de la Victoria, que los sitúa allí y no en Egipto). Nunca se movieron de allí. Las comunidades israelitas se formaron a partir de varios grupos nómadas asentados en las tierras altas de Palestina que durante el II milenio a.C. experimentaron un gran crecimiento demográfico.
De modo que el relato bíblico del Éxodo podría estar basado, con evidentes cambios (debidos, entre otras cosas, a la transmisión oral del relato), en la expulsión de los hyksos.
Finkelstein y Silberman señalan en su obra que los primeros libros de la Biblia se sistematizaron hacia el siglo VII a.C., cientos de años después de que, de ser ciertos, se hubieran desarrollado los acontecimientos bíblicos referentes a Egipto: 
"Quienes encargaron su redacción (de los primeros libros de la Biblia) seguramente se hallaban sumidos en una crisis política, así que mandaron elaborar varios documentos que sirvieran a sus propios fines. El texto resultó ser espléndido, pero de ninguna forma se ajusta a la Historia".
¡Y otra versión más! Esta no la he visto, pero no creo que varíe mucho. No todo van a ser superproducciones de Hollywood, también hay sitio para los Moisés low cost (o cómo aprovechar las barbas de plástico de las cabalgatas de Reyes y el disfraz de egipcia guarrilla de Halloween).
Por cierto, ¿música de Coldplay para una película épica como esta? ¿En serio? JA JA JA JA... nada más que decir. Bueno, sí: señor Sir Ridley Scott, apúntese el año que viene al curso de egiptología de coursera.

Bibliografía:  
- LLAGOSTERA, Esteban. "Viaje póstumo a París de Ramsés II". Espacio, tiempo y forma, serie II, Historia antigua. 2010, t.23, pp. 61-89.
- "La Biblia no tenía razón". Muy interesante, Muy especial, El verdadero Egipto faraónico. 2004, nº 67, pp. 76-81.

sábado, 15 de noviembre de 2014

La cárcel en el antiguo Egipto.


Hola a todos, en esta entrada voy a escribir sobre un tema del que no se suele hablar mucho pero que, por ello precisamente, creo que os puede resultar interesante.

La cárcel, del Reino Antiguo al Reino Nuevo
Las cárceles como nosotros las entendemos no existieron en el antiguo Egipto, pues no se pensaba en ellas como lugares de reclusión buscando la posterior reinserción de los delincuentes en la sociedad. De hecho, esta idea es muy reciente en el tiempo. No obstante, sí existieron instituciones con alguna función similar a una cárcel. Las fuentes para conocerlas son, principalmente, los antiguos textos, pues las evidencias arqueológicas son escasas y dudosas.
  • Reclusorios
Es el nombre que se le ha dado al término egipcio jeneret (jeneretu, en plural) que deriva del verbo jener, “controlar” o “reprimir”. Durante el Reino Antiguo se producen las primeras menciones a estos reclusorios. La tumba del visir Ajethotep-Hemi, de finales de la V dinastía, menciona por vez primera la acción de recluir a los criminales como castigo.
Durante el Primer Periodo Intermedio, una época de inestabilidad política en la que Egipto se vio dividido, es más frecuente la mención a estos reclusorios en los textos, algo lógico teniendo en cuenta la época de que se trata. En este periodo es usado para referirse a las fortalezas.
Reconstrucción de una fortaleza
Al menos desde el Reino Medio, y sin perder su significado de fortificación, parece haber desempeñado otras 2 funciones:   
1. Regulador y escenario de las corveas promovidas por el Estado. En ciertos documentos se nos sugiere que el Estado podía disponer de los reclusos para realizar trabajos.  
2. Cárcel, especialmente de aquellos que no habían pagado los impuestos o no habían realizado los servicios obligatorios impuestos por el estado, y de sus familias o trabajadores, que podían ser tomados como rehenes hasta que el fugado se entregase. 
Los jeneriu o "recluídos" eran sometidas a un juicio, pero no sabemos cuándo tendría lugar; antes o después del ingreso en el reclusorio.
El reclusorio, como he dicho, sirvió como lugar de producción en el que se realizaban diferentes tipos de trabajos, desde agrícolas, artesanales (destacando los textiles) y los relacionados con la explotación de minas y canteras. Estaban organizados siguiendo algún tipo de jerarquía; por encima de ellos debía estar el llamado jeneret ur o “gran reclusorio”, que sería una oficina y archivo restringido, adscrito a la oficina central del visir, que actuaba como intermediario y controlador de los otros departamentos. En él trabajaban escribas y “oyentes”. A través de esta oficina pasaban todas las decisiones judiciales relacionadas con los fugitivos, por lo que seguramente también en ella se dictaban sentencias de carácter penal. En el texto “Las tareas del visir” se nos dice que ante las infracciones, los funcionarios serían apuntados en la lista de criminales, que está en el gran reclusorio. Los cargos administrativos registran diferentes tipos de cargos dentro de los reclusorios con títulos como “supervisor”, “encargado” y “escriba del jeneret”. En cuanto a cómo eran, se caracterizan por ser centros fortificados estatales, localizados tanto en el interior de Egipto como fuera de él, en áreas periféricas y en tierras extranjeras alejadas del valle del Nilo egipcio y asociados a explotaciones mineras o a control militar de las poblaciones locales. 
Durante el Reino Nuevo, las menciones a jeneret disminuyen, y tiene el significado, sobre todo, de fortaleza. De modo que algunos autores creen que los reclusorios tal y como eran conocidos en épocas anteriores desaparecieron ahora. Pero es posible que esto se deba a que los reclusorios cambiaran de nombre, para denominarse ἰtḥw, pues estos parecen haber tenido unas funciones similares durante el Reino Nuevo.
  • "Campos de trabajo" y "campos de concentración"
La intensa actividad bélica y económica que el Estado egipcio llevó a cabo en las tierras vecinas durante el Reino Nuevo tuvo como consecuencia la llegada de prisioneros de guerra, muchos de los cuales serían destinados trabajar en los templos o, en tiempos de Ramsés III, a "campos de concentración" en fortalezas (nejetu) para tenerlos controlados (en este caso a los libios) y que asimilaran la cultura y lengua egipcia.
Libios
El papiro Brooklyn 35.1446 recoge la existencia de condenas a trabajos forzados, que pudieron localizarse en los jeneretu. Tuvo diferentes variantes, entre las que se encontraba el envío a lugares fronterizos y periféricos, como la ciudad de Silé, situada en el extremo nororiental del delta, que estaba fortificada. En el decreto de Horemheb se habla de  la amputación de la nariz y el envío a Silé como castigo a varios delitos. Un decreto del reinado de Seti I nos dice:   
Le será hecho un castigo a él cortándole su nariz y sus orejas y después poniéndole como campesino en la tierra de la hacienda del templo de Seti I…
Castigo destinado a todo aquel que no respetase los límites de las propiedades que el templo de Osiris en Abidos poseía en Nubia. El castigo de deportación más frecuente era a la guarnición de Kush para servir como soldado en esa región, especialmente a finales de la XX dinastía como castigo por el robo de tumbas o templos. Otro destino podía ser Elefantina, donde trabajarían en la cantera de granito.
Soldados
La documentación procedente de Deir el-Medina nos aporta datos sobre condenas a trabajos forzados menos duros y de duración limitada, es decir, penas leves como picar piedra o estar recluidos en el hetem, probablemente un almacén. 
  • Calabozos y mazmorras
Es difícil saber dónde eran recluidos de forma temporal aquellas personas arrestadas pendientes de un juicio, o las que tenían que cumplir pequeñas penas o castigos. Es posible que fueran retenidas en los jeneretu o en otras instituciones similares, pero no hay nada seguro. Hay más información, no obstante, para el periodo ramésida, durante el Reino Nuevo, y en concreto para la zona de Tebas:
1.    Los documentos de la ciudad de Deir el-Medina.
2.   Los papiros que narran los procesos sobre los robos de tumbas y templos. 
En el primer caso, sería el hetem o almacén, que debido a su estrecha vigilancia, servía de calabozo ocasional para encerrar a las personas de Deir el-Medina con el fin de que cumplieran un castigo. 
En varios ostraka se hace mención al “lugar del interrogatorio”, donde eran recluidos los testigos para que testificaran, y luego eran puestos en libertad. Podría ser en el templo de Maat, diosa de la justicia, que se encontraba dentro del recinto del templo del dios Montu, en Karnak, en la orilla oriental de Tebas.
Karnak. El templo de Maat estaba dentro del recinto del templo de Montu
En las actas de los interrogatorios llevados a cabo tras el robo de tumbas de finales de la dinastía XX se sugiere que los criminales y testigos estarían retenidos cerca del lugar del interrogatorio, para estar disponibles cuando el tribunal requiriera su presencia. Estos calabozos provisionales podrían estar en el granero del ya mencionado templo de la diosa Maat o en los almacenes del templo de Medinet Habu, de Ramsés III. Es decir, no existía un edificio con mazmorras como tal, sino que se aprovechaban otros edificios con una estrecha vigilancia para darles un uso provisional como calabozos, hasta que el rey dictara sentencia. Sin embargo, el preso en ocasiones conseguía librarse de su encierro mediante un soborno al carcelero o escapándose de su ocasional mazmorra.
Templo de Medinet Habu (Ramsés III)
En conclusión, los reclusorios, llamados jeneret hasta el Reino Nuevo (momento en el que pasarán a llamarse ἰtḥw), servían como cárcel y se encontraban en lugares fortificados, tanto dentro como en la periferia de Egipto. Los reclusos (previa mutilación corporal) podían trabajar en los campos, en producción artesana, minas cercanas o bien ser reclutados como soldados. Otro tipo de reclusos eran condenados a castigos más leves y temporales. En cuanto a las mazmorras y calabozos, no existían como tal, sino que se utilizaban otras edificaciones con tal fin, de manera provisional, hasta que se celebrara el juicio y se dictara sentencia.
Maat, diosa de la verdad y la justicia
Bibliografía: 
ESPINEL, Andrés Diego. "Cárceles y reclusorios en el antiguo Egipto". Castigo y reclusión en el mundo antiguo. 2003. CSIC. España, Madrid.



miércoles, 12 de noviembre de 2014

El amor y el sexo en el antiguo Egipto

La representación de la vida amorosa y sexual de los antiguos egipcios es escasa y menos explícita que en otras civilizaciones antiguas como Grecia, Roma o la cultura mochica de Perú. Sin embargo, y a pesar de que en los siglos XIX y XX todo descubrimiento arqueológico relacionado con la sexualidad se vio sometido a la censura propia de la época, podemos saber algo de cómo fue gracias a fuentes como los poemas amorosos del Reino Nuevo, los óstraca y grafitos con escenas más explícitas, el llamado Papiro erótico de Turín, los exvotos y amuletos sexuales y las escasas referencias en mitos y literatura de la época. 

Grafito satírico erótico encontrado en una tumba anónima de Deir el Bahari, que podría representar a la reina Hatshepsut.
Religión y sexualidad

Los antiguos egipcios tuvieron varias cosmogonías (es decir, mitos sobre el origen del mundo) simultáneamente. Una de ellas era la llamada cosmogonía heliopolitana, surgida en la ciudad de Heliópolis (Iunu para los egipcios), donde se veneraba al dios del sol Ra. Según este mito, recogido en los llamados Textos de las pirámides, el creador de todo fue Atum, el sol del atardecer. Como en un principio sólo existía él, tuvo que recurrir a la masturbación para crear a la primera pareja de dioses, Shu y Tefnut: "Yo soy quien fornicó con mi puño. Yo me masturbé con mi mano".
Atum el creador (derecha), tumba de la reina Nefertari

Con el tiempo, esta historia daría origen al título religioso femenino de Mano del dios. Algunos egiptólogos creen que, aunque no nos haya quedado constancia, sería plausible que se celebrase algún tipo de ritual en el templo durante el cual, emulando al dios Atum, la esposa del faraón, como Mano del dios, masturbara a su esposo. Por tanto, podemos deducir que para los antiguos egipcios dicho acto de autosatisfacción no representaba ningún tipo de comportamiento pecaminoso.

Al mismo tiempo, sin embargo, y según cuenta Heródoto, los egipcios fueron los primeros en prohibir mantener relaciones sexuales dentro del recinto del templo. En el capítulo 125 del Libro de los muertos, también conocido como la Confesión negativa (hablé de ello aquí), se dice: “No he fornicado en el Lugar Puro perteneciente al dios de mi ciudad”. 

Otro aspecto relacionado con la religión y el sexo es la llamada teogamia, o lo que es lo mismo, relaciones sexuales entre humanos y dioses; más concretamente, entre un dios y una mujer, que será la madre del futuro faraón. De modo que este, al ser hijo carnal del dios, está legitimado para gobernar. En el Reino Antiguo nos encontramos con que el dios Ra es el padre de los tres primeros faraones de la V dinastía, trillizos nacidos de una mujer humana de nombre Ruddedet, que era esposa de un sacerdote.

En el Reino Nuevo, el dios Amón dejó embarazada nada menos que a una reina, la madre de la futura reina-faraón Hatshepsut. Al igual que Zeus, el dios se hace pasar por el esposo de la mujer mortal, y aunque esta termina dándose cuenta de que realmente no es su esposo, no pone reparos a la unión carnal con el dios disfrazado. 

La madre de Hatshepsut y el dios Amón (arriba) manteniendo relaciones, de manera muy sutil. Deir el-Bahari.
Ponerse guapa para seducir
Es muy posible que la expresión “ponte la peluca” que aparece en algunos textos literarios egipcios, como el cuento de Los dos hermanos, fuera una forma de sugerir sutilmente un encuentro sexual. Un poema del Reino Medio nos muestra el papel tan destacado del peinado en este juego de la seducción: 

Mi corazón piensa en tu amor, mientras que sólo un lado de mi frente está trenzado. He venido corriendo a buscarte, y he descuidado mi peinado; me he soltado el pelo y me he puesto mi peluca para estar lista en cualquier momento.

Las mujeres egipcias utilizaban postizos en forma de trenzas o pelucas enteras que les cubrían los hombros y eran adornadas con bellas diademas. A una buena y bonita peluca se añadía la depilación corporal con cuchillas y cremas depilatorias y el uso de maquillaje para resaltar los rasgos más favorecedores y ocultar las imperfecciones. 

Hasta la IV dinastía se usó malaquita verde del Sinaí para maquillar los ojos, pero ya desde el período predinástico destacó el uso del kohl, una pintura negra a base de galena. 

Un buen perfume, joyas (collares, pulseras, brazaletes, tobilleras y pendientes) y un ajustado y sugerente vestido de lino completaban el atuendo usado por cualquier mujer egipcia para seducir a un posible futuro marido.

Estatua del periodo Amarna (izquierda), peluca trenzada y diadema de oro con cabezas de gacelas (arriba) y cajita para guardar ungüentos (abajo)

El escenario perfecto para la seducción eran las fiestas. Los banquetes en los que se comía y se bebía, a veces en exceso, acompañados de una hermosa música de fondo, podían terminar con un paseo y un encuentro sexual en la intimidad del jardín, rodeados de árboles y vegetación que ocultasen a los amantes de testigos indeseados.

Banquete en la tumba de Nakht. Músicas ligeras de ropa amenizan la comida
Ambos sexos podían también recurrir a la magia, en forma de hechizos amorosos. En ellos se invocaba a los dioses para ponerlos de parte del amante no correspondido, seguido de comparaciones para hacer ver la magnitud de sus sentimientos por el ser amado y una amenaza contra dichas divinidades, que sólo tendría efecto si no cumplían los deseos del que realizaba el hechizo. 
¡Saludos a ti, Re Horakhty, padre de los dioses! ¡Saludos a vosotras, las Siete Hathor, que estáis adornadas con bandas de lino rojo! ¡Saludos a vosotros, dioses, señores del cielo y de la tierra! Ven, haz que Fulanita, nacida de Fulanito, vaya detrás de mí como una vaca detrás del forraje; como una sirvienta detrás de sus hijos; como un pastor detrás de su rebaño. Si ellos no hacen que ella vaya detrás de mí, le prenderé fuego a Busiris y quemaré a Osiris.

El matrimonio

En Egipto no hacía falta ningún tipo de ceremonia civil ni religiosa para considerar casada a una pareja, sino que bastaba con que ambos empezaran a habitar juntos bajo un mismo techo.

Aunque existe algún texto que nos sugiere que las mujeres, al menos en ocasiones, podían elegir a sus maridos, es posible que los padres tuvieran cierto papel a la hora de concertar los matrimonios, como en el caso de un padre que, desconfiando de su futuro yerno, le hizo firmar un documento donde juraba que no abandonaría a su hija, o sería golpeado cien veces y luego desprovisto de las propiedades que adquiriera junto a ella. En caso de divorcio (que podía estar motivado, entre otros motivos, por el adulterio de la mujer), la hija podía volver al hogar paterno. 

Si los cónyuges no estaban del todo seguros de que su futuro esposo o esposa fuese el predilecto, existía la opción del matrimonio a prueba, que duraba un tiempo limitado.

Pero el fin último del matrimonio solo era uno: tener descendencia. Este hecho era vital, pues no solo serían los hijos quienes cuidarían de sus ancianos padres, sino que, además, serían los encargados de llevar a cabo el funeral y los ritos y ofrendas posteriores en la tumba de sus progenitores. Hasta tal punto era importante tener hijos, que la incapacidad para procrear era otro motivo de divorcio. No obstante, una pareja que no quisiera llegar a la separación siempre podía optar por la adopción.

La edad de los egipcios para casarse era muy temprana: los hombres en torno a los 20 años, y las mujeres en cuanto tuvieran su primera menstruación.

Podían casarse con extranjeros, pero no con esclavos, con los que sólo podían mantener un concubinato, a no ser que comprasen su libertad o fuesen adoptados. Los hijos habidos con esclavas debían ser adoptados por su padre, el hombre libre, para no ser considerados también esclavos. 

La poligamia, aunque se consentía socialmente, fue muy poco practicada, por lo caro que resultaría mantener a más de una esposa. En cuanto al polémico tema de los matrimonios incestuosos, fueron algo exclusivo de la familia real, (y en ciertos momentos, no siempre) para conservar el poder dentro de una misma familia. Además, tenía una base en el mito de la creación heliopolitano, en el que las primeras parejas creadas por Atum eran hermanos y tuvieron que casarse entre ellos, ya que no había nadie más disponible. Entre la gente común no se realizaba este tipo de matrimonios; que los amantes utilizasen el apelativo cariñoso “hermano” y “hermana”  no indicaba una verdadera relación familiar.

El harén real 

Para aprender más en profundidad qué era el mal llamado harén puedes leer esta otra entrada del blog: "La casa jeneret".

Aunque la imagen que se tiene habitualmente de esta institución del antiguo Egipto sea similar a la de aquellos que existían en el imperio otomano y en los cuentos de Las Mil y una noches, en realidad eran diferentes. La casa jeneret era una institución paralela a la administración real, pero independiente de esta, y el lugar donde residía la familia del rey y donde eran educados sus hijos. Su sostén económico lo proporcionaba la explotación de las tierras pertenecientes al harén y determinados impuestos. Entre otras cosas, allí se producían tejidos para los trajes reales.  

La prostitución 

Aunque pocos son los testimonios que nos han llegado anteriores al reino Nuevo, no hay duda de que sería frecuente y también que estaba mal vista por el conjunto de la sociedad. La prueba está en el hecho de que tanto en la "Confesión negativa", que se hacía ante Osiris, como en las Instrucciones de Ptahhotep aparecen menciones a ello.

Durante el Reino Nuevo el oficio más antiguo del mundo se ejercía en las llamadas “Casas de cerveza”, lugares considerados de perdición por el consumo excesivo de alcohol que hacía perder el sentido común, por los rufianes que pululaban por ellos o, incluso, por el peligro de contagio de enfermedades venéreas, como la gonorrea. El papiro erótico de Turín nos permite hacernos una idea de lo que sucedería dentro de una de esas casas de cerveza, pues nos muestra a varias prostitutas con sus clientes.

Papiro erótico de Turín. Varias prostitutas atienden a sus "súper dotados" clientes.

No parece que las prostitutas vistieran de un modo determinado o actuaran de manera distinta al resto de mujeres, pero sí es posible que algunas llevaran tatuajes, por ejemplo del dios enano Bes, si bien no era algo exclusivo de las “mujeres de vida alegre”. En el caso de la ciudad de Deir el-Medina, sin embargo, parece ser que las prostitutas y sus hijos sí eran enterradas en lugares concretos de la necrópolis. 

Al contrario que en Mesopotamia, en Egipto no hay pruebas de que existiera la prostitución sagrada con sacerdotisas.

La homosexualidad 
Hay referencias a encuentros sexuales homosexuales ya desde el Reino Antiguo. Por ejemplo, en el mito de Horus y Seth se nos dice como éste quiso tener un encuentro íntimo con Horus.
En la mastaba de la V dinastía de Niankhnum y Khnumhotep, estos dos hombres, a pesar de estar casados, aparecen representados juntos. Se ha dicho que podrían ser hermanos, pero la iconografía es similar a la de otras tumbas en las que aparece el dueño de la tumba con su esposa, de modo que es posible que hubiera una relación amorosa entre ambos.
Niankhnum y Khnumhotep.
Un texto fechable en el Reino Medio nos dice que el faraón Pepy II tuvo una relación homosexual con uno de sus generales, Sisené. Algunos autores, no obstante, piensan que no se trataría de un texto histórico, sino de un cuento con moraleja sobre el abuso de poder que ejercía este faraón. Y es que la homosexualidad no era bien vista por la sociedad egipcia, no porque se considerase moralmente reprochable, sino porque  implicaba unas relaciones sexuales en las que intervenía la penetración anal, un acto que convertía a uno de sus participantes en dominante y al otro en sometido, lo que suponía una ignominia. Además, una relación homosexual no podía producir descendencia, objetivo primordial de los egipcios como ya dije.

Lo deja muy claro el capítulo 125 del Libro de los muertos

No he copulado ni me he mancillado a mí mismo. No he sido el amante de un chico joven. No he tenido sexo con un hombre que se deja penetrar.
La homosexualidad era vista como un medio de agredir al adversario y de situarlo en una situación de inferioridad que permitiera al agresor sacar provecho de su acción consiguiendo poder sobre él.

En cuanto a la homosexualidad femenina, no hay datos seguros.

Remedios contra la impotencia y afrodisíacos 

Los egipcios contaban con varios remedios para poder cumplir con sus esposas, sobre todo en los casos en que un hombre mayor volvía a casarse con una mujer mucho más joven. Poner remedio a la impotencia era de vital importancia, sobre todo en el caso de que aún no se hubiera tenido descendencia, pues, aunque como último recurso se podía optar por la adopción, el hombre egipcio sentía como una herida en su orgullo propio no poder dejar embarazada a su mujer.

También usaban afrodisíacos, como nos dice este texto del s. III d.C. 

Cómo hacer que una mujer ame a su marido. Machaca semillas de acacia con miel, unta tu falo con esto y duerme con la mujer.

Posturas 

No hay mucha documentación al respecto, pero existen algunos ejemplos en las pinturas de algunas tumbas, en grafitos, óstraca o en textos religiosos. Por ejemplo, el Libro de los ataúdes/sarcófagos dice: 

La mujer tendrá placer debajo de él cada vez que él copule.
Es decir, el clásico misionero, que podemos ver  representado en una tumba de Beni Hassan o en un ostracón de Tell el-Amarna. Otra postura aún más frecuente es la llamada “a tergo”, o penetración vaginal o anal desde atrás, siendo esta última la más usada para evitar posibles embarazos. La cópula de pie aparece también en varias ocasiones en los óstraca.
Pareja copulando "a tergo". British Museum

Según Marc Orriols, aunque las imágenes de parejas teniendo sexo "a tergo" sean las más frecuentes, eso no significaría necesariamente que esta postura fuese la más habitual, puesto que estas representaciones responderían a una doble finalidad: por un lado, satírica, ya que la penetración anal simbolizaría la humillación o sometimiento del personaje sodomizado (por ejemplo, la reina Hatshepsut). Y por otra parte, los principales autores de esos grafitos y óstraca serían hombres que reflejarían así sus propias fantasías sexuales, como vemos en el peculiar papiro erótico de Turín. Por tanto:

Queda en el aire la cuestión de cuál era la postura sexual más practicada por los antiguos egipcios, ya que, si bien a partir de los textos sagrados parece ser la posición en la que el hombre yace encima de la mujer, al cotejar con imágenes profanas se ve claramente que la proporción de ésta frente a otras posturas es muy inferior. Se deberá, pues, seguir indagando sobre esta cuestión para alcanzar una conclusión definitiva.

La hora preferida por las parejas egipcias para dar rienda suelta a su pasión era la noche, algo lógico si tenemos en cuenta el calor egipcio durante el día, que debía quitar las ganas incluso a los amantes más fogosos.

Al contrario que en la tradición judeocristiana, para los antiguos egipcios el hecho de que la mujer llegara virgen al matrimonio carecía de importancia. 

En conclusión, la escasez de representaciones sobre el sexo en el antiguo Egipto no se debe a que no disfrutaran de él, o a que lo considerasen algo vergonzoso o pecaminoso, sino que preferían sugerirlo de manera más sutil que sus contemporáneos de otras culturas. En su mentalidad, el sexo estaba tan fuertemente ligado a la reproducción que era algo inimaginable pensar en él sin hacerlo también en las capacidades reproductoras del ser humano y, por tanto, en el poder regenerador de la concepción y el nacimiento.

Bibliografía:
 
PARRA ORTIZ, J.M. (2001): "La vida amorosa en el antiguo Egipto". Ed. Alderabán. Madrid, España.

ORRIOLS I LLONCH, M. (2009). "Trabajos de Egiptología/ papers on ancient Egypt". "Léxico e iconografía erótica del antiguo Egipto. La cópula a tergo". Actas III Congreso ibérico de Egiptología. Ed. Isfet- Egiptología e Historia. Tenerife, España.


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